Durante la persecución religiosa en México ocurrida de 1926 a 1929, José Sánchez del Río, un joven de 13 años, hijo menor de una de las familias de mayor abolengo y respetadas de su natal Sahuayo, pidió la bendición de sus padres para enlistarse en el ejército cristero y luchar en defensa de su fe contra el ejército federal del presidente Calles