Una cadena de miradas individuales componen a un personaje colectivo: el muchacho que en un momento de su vida tuvo acceso a una arma, la usó para matar, y pronto se volvió parte del engranaje del crimen organizado. Una jauría llamada Ernesto es un mosaico de escenas dentro de las vidas cotidianas de estos chicos que nos abre la puerta a su mundo emocional, y a la vez nos muestra el panorama del trasiego de armas en México, de tantas partes involucradas para que ese muchacho, en un arranque adolescente, pueda acceder a una pistola. Nos convertimos en testigos del universo paralelo en el que ellos se mueven, entramos al interior de sus vidas, a su entorno, y vemos el camino que existe en el mundo para que un día puedan poner el dedo en un gatillo. Estos testimonios confirman el dolor que significa tenerle miedo a un niño. Es una viaje a las entrañas del eslabón más frágil del crimen organizado, a un tiempo víctimas y victimarios.
